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“¡Vamos al Callejón del Diamante!”

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La bella Xalapa, capital cultural del estado de Veracruz y por supuesto, un lugar con muchas historias que contar… Hoy te platicaremos la leyenda del Callejón del Diamante. ¿Conoces la historia?

En la actualidad su nombre es primera de Antonio María de Rivera. Y es un callejón turístico con negocios como cafeterías y restaurantes. Es una estrecha calle en el centro de Xalapa, una de las más populares de la región que va desde la avenida Enríquez hasta la avenida Juárez.

La versión mas contada es de un matrimonio adinerado que vivía en una de las casonas del callejón. Cuando esta pareja se comprometió, el caballero español le regaló a su mujer un brillante anillo de diamante negro, dicha joya era una rareza y que contrastaba con la blanca piel de la mujer. De acuerdo a las supersticiones de la época, este tipo de piedras tenían la virtud de acrecentar el amor durante el matrimonio.

Cuando la joven recibió la joya, le declaró a su prometido que nunca se separaría de él. Sin embargo, esta promesa no pudo cumplirse. Una vez que estuvieron casados, el marido tuvo que hacer un largo viaje por lo que ella decidió acompañar su soledad con un amigo de su marido, sucediendo lo inevitable, al haberse consumado la traición, ella se quitó el anillo y lo dejó olvidado en el buró junto al lecho.

Cuando el marido regresó a Xalapa fue a visitar a su amigo, cuando entró a la casa de su amigo éste estaba durmiendo una siesta, y cuando entró a la alcoba, vio el anillo de su esposa en el mueble, entonces tomó la joya sin decir una palabra y salió con rumbo a su casa, una vez ahí, su esposa bajó a recibirlo, lentamente el español tomó la mano de su esposa simulando que iba a besarla pero al hacer esto vio que ella no traía la hermosa joya en su delicada mano, símbolo de su compromiso.

Entonces cegado por la ira, sacó su daga con empuñadura de oro e incrustaciones de rubíes, y la clavó en el pecho de su bella esposa.

El cuerpo de ella quedó tendido y su marido le arrojó encima la joya, para luego desaparecer para siempre. El cadáver fue objeto del morbo popular y en los alrededores solía escucharse la frase: “¡vamos a ver el cadáver del diamante!”, frase que con el tiempo se transformó en “¡vamos al Callejón del Diamante!”, nombre que se ha mantenido a través del tiempo hasta nuestros días.

¿Qué versión has escuchado tú?

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