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Pachita, la curandera mágica

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Jorge Salazar García

Si durante su niñez vivió usted en alguna zona rural o sus padres fueron campesinos, es posible que haya estado cerca de algún curandero o curandera. Tal vez, incluso, los nacimientos de sus familiares fueron atendidos por parteras empíricas o les hayan “tronado” el empacho, acomodado un hueso, levantado la mollera, curado de espanto, tronado anginas, detenido hemorragias, diarreas; todo ello, y más, empleando yerbas, manos y alimentos naturales. Aún hoy, en las colonias y mercados populares de no pocas ciudades, hay personas realizando esa clase de “trabajos” a cambio, generalmente, de un modesto pago o gratuitamente. Lo cual, por cierto, parece estar ligado a la eficacia de sus curaciones: entre más lucren, menos sanan a sus pacientes.

La eficiencia de esta clase de sanadores está sustentada en conocimientos ancestrales sobre la estructura ósea, las posiciones y funcionamiento de los órganos, la postura correcta de las articulaciones, venas y arterias. El diagnóstico, en la mayoría de las ocasiones, se desprende de su habilidad para detectar el “mal” en los ojos, piel, manos, uñas, lengua, pelo o viendo y oliendo las secreciones corporales. Posteriormente, invocando a seres superiores (Dioses, espíritus, santos) y agudizando sus sentidos, eligen la terapia que sanará al enfermo. Del paciente, a quién escuchan, apapachan y consuelan, sólo esperan tenga fe en la cura. Por esa razón, generalmente, intentan establecer una relación amorosa con él.

A grandes rasgos esta es la medicina conocida como Alternativa u holística que trata al humano como un Ser energético, natural y integral; su cuerpo, sentimientos y espíritu; es decir, lo biológico, lo emocional y lo energético forman un todo equilibrado cuando goza de salud.

La llegada de la “modernidad” trastocó las costumbres nacionales respecto a la alimentación y cuidados de la salud. Nuevos procesos, terapias, fármacos y diagnósticos basados en el cientificismo comercial, se inculcaron en los profesionales egresados de las facultades. El tratamiento del mal de ojo, falta de suerte, lectura del destino, fue trivializado por los merolicos de la televisión, la radio y con sus réplicas de estafadores esparcidos por todo el país. Las curanderas, sanadores, parteras y hueseros auténticos fueron calificados de charlatanes y sus saberes, como “seudocientíficos”.

Por supuesto, eso no fue fortuito sino el resultado de un plan ideado por las grandes compañías farmacéuticas de los Estados Unidos, puesto a funcionar sistemáticamente desde el siglo pasado. Las patentes, hospitales, centros de investigación, universidades, laboratorios y tecnologías médicas fueron paulatinamente privatizados convirtiendo la salud en un gigantesco y lucrativo negocio. Su origen se encuentra en el Informe Flexner (Abraham, 1908) el cual proponía “reformar la educación superior de las escuelas de medicina en E.U.A y Canadá”. Después de ser adoptado por la Asociación Médica Americana (AMA), de las 650 escuelas de medicina existentes quedaron 50 y, de 24000 alumnos permanecieron inscritos 2500. Se comenzaba a institucionalizar la medicina ALOPATA y hacer de la profesión médica un medio para enriquecerse rápidamente y sin consecuencias. Todo como efecto de haber reducido y eliminado las facultades de medicina, principalmente en zonas rurales, donde había pobres y negros; privilegiar los fármacos creados en laboratorios privados; y globalizar el Plan Flexner (Conferencia de Alma Ata, 1978), aprobando el demagógico Plan “Salud para todos”.

No se trata de demonizar la medicina convencional pero indudablemente en ella predominan los intereses comerciales y, sobre todo, un enfoque somático. Esta visión considera el cuerpo humano, MATERIA, ajeno a lo emocional, margina lo demostrado por Johann Christian A. Heinroth, (Médico alemán 1773-1843): que las emociones y sentimientos son determinantes en las alteraciones de la salud. Iván Illich en su obra “Némesis Médica. La expropiación de la salud” (1975), califica de patógena a la medicina alópata. Estas son sus razones: Produce daños superiores (iatrogenia) a sus posibles beneficios; enmascara las condiciones políticas que minan la salud de la sociedad y expropian el poder del individuo para curarse a sí mismo.

Debido a la disponibilidad de información en las redes, la gente está recuperando la confianza en los saberes de los curanderos de pueblo y reconociendo a los buenos médicos alópatas, que sí los hay. La medicina Holística va reconquistando terreno por no ser invasiva ni adictiva y en muchos casos sus ramas (herbolaria mexicana, acupuntura, homeopatía, fitoterapia, etcétera) son muy efectivas. Cierto, en la Alopática, hay intervenciones y fármacos eficientes e insustituibles pero también existen casos en los cuales la medicina Alternativa es la única opción para el paciente.

Volviendo a la habilidad o don natural para curar de algunas personas, hubo en México un científico que realizó investigaciones de vanguardia en el área del poder de la mente y la Conciencia. Se trata del neurofisiólogo mexicano de la UNAM, Jacobo Grinberg (1946-…), creador de la Teoría Sintérgica y autor de más de 50 libros, entre los cuales se encuentran “Los Chamanes de México” y “Pachita” de cuyas líneas se extrajo la información citada en este y los siguientes artículos sobre el tema.

Jacobo conoció a Bárbara Guerrero (Pachita) en una de sus visitas a “Los Pinos” cuando frecuentaba a la hermana del presidente para darle clases de meditación. Doña Margarita, a cambio le financiaría la creación del Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia. Ahí Pachita prestaba sus servicios de curandera a políticos y generales y se cree tuvo que ver con la localización de los ricos yacimientos de petróleo anunciados por José López Portillo (1976-1982). Grinberg dijo de este encuentro: “Conocí a Pachita cuando debía conocerla”. Se dice que al llegar Pachita, los pájaros antes callados, comenzaron a hacer una algarabía extraordinaria de trinos. Pachita y Jacobo empatizaron instantáneamente. La historia de esta sorprendente sanadora mágica es fascinante: cantó en camiones, fue soldadera en la Revolución y luchó al lado de Pancho Villa. ¿Cómo lograba curar enfermos desahuciados? ¿Existen pruebas de ello? ¿Realmente sanaba a la personas? Eso se contará en el próximo artículo.

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