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Minoría rapaz: guerra declarada

México SA

Carlos Fernández-Vega


Periódico La Jornada
lunes 07 de marzo de 2022

Para la cúpula empresarial la “pérdida” de cientos de miles de millones de pesos –obtenidos por medio de prácticas depredadoras y en connivencia con el poder político– bien vale una declaración de guerra contra un gobierno legítimamente constituido, pero esa decisión no sólo es consecuencia de la negativa presidencial de “rescatar” a los grandes corporativos por medio del endeudamiento público (con fines privados, como era común en tiempos neoliberales) en la pandemia, sino por la cancelación de uno de los grandes filones de esa minoría rapaz: la devolución y condonación de impuestos.

Días atrás el mandatario señaló que tal negativa “generó una ruptura de un año o año y medio” entre el gobierno que preside y esa cúpula voraz, porque la política de la presente administración “es apoyar de abajo hacia arriba”, no “salvar a los de arriba” en detrimento de los más necesitados, una receta, dijo, acostumbrada en los tiempos neoliberales, e incluso antes. La beligerante reacción de la minoría rapaz fue disfrazada de “berrinche”, de simple “desencuentro” (el Presidente “nos cerró las puertas”, lloriqueaba en público la cabeza visible del CCE, Carlos Salazar), cuando en realidad se trata de un capítulo más en la guerra declarada contra López Obrador, a quien los cupulares no pueden ver ni en pintura desde hace ya varias décadas y que procedió de la manera más sucia para evitar que llegara a la Presidencia de la República.

El propio mandatario recordó otro “motivo” de tan agria reacción de la minoría rapaz: se acabaron las devoluciones y condonaciones de impuestos a los llamados grandes contribuyentes (que en los hechos no contribuían en nada, salvo para vaciar las arcas nacionales), práctica que permitió acumular suculentas uti-lidades a un grupo de grandes consorcios –nacionales y foráneos–, más allá de las obtenidas –también voluminosas y en connivencia con el poder político– por medio de concesiones del Estado, contratos públicos, subsidios del erario y un sinfín de etcéteras.

En la mañanera del pasado viernes, López Obrador dio a conocer que sólo en los sexenios de Calderón y Peña Nieto 25 grandes corporativos nacionales y foráneos gozaron de condonaciones fiscales por poco más de 366 mil millones de pesos (algo así como 18 mil millones de dólares al tipo de cambio actual), una catarata de dinero que debió destinarse al crecimiento económico y el desarrollo social, pero que terminó en las alforjas de unos cuantos.

¿Beneficiarios? Los de siempre: Televisa, Bancomer, Banamex y HSBC, el segundo con largo historial de evasión fiscal (sin olvidar el “rescate” del Fobaproa para ese trío), Cementos Mexicanos (Cemex, cuyo accionista mayoritario, el fallecido Lorenzo Zambrano, también lo fue del segundo banco que se cita), Carso-Inbursa (de Carlos Slim), ICA (otro de los “rescatados” por el Fobaproa), Grupo Salinas, General Motors, Volkswagen, Grupo Lala (el de las vacas de Tricio que agotan el agua de La Laguna), Alfa y Procter and Gamble de México (la del papá del junior, los más gritones entre los gritones, es decir los Claudios X. González).

También laboratorios trasnacionales (Roche), Ternium, de la italo-argentina Techint (propiedad de la familia Rocca, una de las Forbes de aquel país), Corporación Geo (una de las vivienderas que hizo suculentos negocios con el Infonavit y se declaró en quiebra justo antes de iniciar el gobierno de López Obrador), y algunas más. En el reparto, Televisa se quedó con una rebanada de casi 20 mil 500 millones de pesos; Banamex, casi 16 mil millones; Cemex, 13 mil millones; Grupo Carso-Inbursa, más de 17 mil 500 millones, e ICA, alrededor de 8 mil millones. La empresa del papá del hijo se embolsó 3 mil 161 millones, y la tajada más delgada, por denominarla así, fue de 2 mil 116 millones para Ges Technologies.

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En total, 366 mil y pico de millones para 25 consorcios que hoy están muy enojados, porque les quitaron ese filón, amén de que el gobierno no endeuda a los mexicanos para que los señorones –marca Forbes muchos de ellos– sean “rescatados” y acumulen más riqueza a costillas de quienes pagan, con su pobreza, los platos rotos. Pero no sólo Borolas y Peña Nieto; sus antecesores procedieron igual, siempre en defensa de los intereses de la “berrinchuda” minoría rapaz.

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