jueves, marzo 28, 2024
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México SA

Carlos Fernández-Vega

Llegó el día: el presidente López Obrador inauguró la Refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco, infraestructura necesaria para fortalecer la soberanía energética del país que ha sido vilmente cuestionada por los mismos que ayer aplaudían como focas por obras imaginarias como la Bicentenario de Felipe Calderón, onerosas y corruptas como la Estela de Luz del propio Borolas o los 307 hospitales inconclusos de Peña Nieto, por citar solo tres ejemplos de los muchos que hay.

Con la puesta en marcha de la Olmeca concluirá la importación masiva de combustibles (en 1990 el banderazo de salida lo dio Carlos Salinas de Gortari) que, gracias a los neoliberales, significó una permanente sangría para las finanzas nacionales, aunque, cierto es, un jugosísimo negocio para el grupo de amigos del régimen. Solo con Fox, Calderón y Peña Nieto a tal fin se destinaron alrededor de 300 mil millones de dólares y con cada barril adquirido en el mercado foráneo la soberanía energética del país se debilitaba.

Tiene razón el presidente López Obrador cuando subraya que “en los 36 años del periodo neoliberal o neoporfirista nunca se construyó en el país una refinería; durante todo ese tiempo se apostó a vender petróleo crudo y comprar en el extranjero gasolinas, diésel y otros combustibles; de manera deliberada y por corrupción, los gobernantes buscaban destruir la industria petrolera nacional. No podemos olvidar que acabaron con la petroquímica, que dejaron en estado lamentable las seis refinerías que se construyeron a lo largo de nuestra historia y que reformaron la Constitución para privatizar el petróleo, aunque no les alcanzó el tiempo para terminar de entregar todos los yacimientos y consumar esa gran infamia”.

El nuevo gobierno decidió aplicar una política energética distinta, destacó el mandatario, y “en materia petrolera el objetivo claro es dejar de exportar crudo y procesar la materia prima en el país para ser autosuficientes en gasolinas y diésel. Por eso, desde que llegamos, al tiempo que invertíamos en exploración y extracción de petróleo para frenar la constante caída en la producción, decidimos modernizar las seis refinerías existentes (y adquirir en su totalidad la de Deer Park, Texas), lo cual nos ha permitido aumentar a casi al doble la capacidad productiva: es decir, pasamos de transformar 485 mil barriles diarios a 863 mil hoy, y el año próximo se tendrá capacidad para procesar un millón 200 mil barriles”.

México se prepara para dejar de importar gasolina, diésel y turbosina, ser autosuficientes, crear empleos en el país y dedicar estos combustibles al mercado interno y al desarrollo nacional. “Es un cambio profundo, un gran viraje, de vender el petróleo crudo a transformar la materia prima, producir los combustibles y venderlos en el mercado interno”.

Además, detalló López Obrador, “decidimos reiniciar la construcción de la coquizadora de Tula, que había quedado parada (por los patrones de los aplaudidores de ayer y críticos rabiosos de hoy), con una inversión cercana a 2 mil millones de dólares. Imaginen lo que es dejar tirados equipos que se conviertan en chatarra cuando se trata de inversión pública, dinero del presupuesto, del pueblo. Poco a poco hemos recobrado la rectoría del Estado en la planeación y el desarrollo nacional”.

Las rebanadas del pastel

“¿Coincidencias?” Ayer La Jornada no circuló en Oaxaca debido a lo que a todas luces es resultado del clásico operativo de incautación masiva de ejemplares por orden de los caciques estatales. Resulta que en la edición respectiva, nuestro diario publicó la denuncia del fiscal del estado y primer Defensor de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, Arturo Peimbert, que a la letra dice: “en 2006 y 2007 los pueblos de Oaxaca exigieron la renuncia del (entonces) gobernador Ulises Ruiz Ortiz”, quien “utilizó a Los Zetas y a grupos criminales para reprimirlos. Fueron asesinadas 26 personas, varias de ellas ejecutadas extrajudicialmente. Centenares fueron detenidas arbitrariamente y torturadas. Otras más desaparecidas”. También narró “cómo fue que presentó el caso sobre la violación a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad en Oaxaca, ante la Corte Penal Internacional de La Haya, responsabilizando a Ruiz Ortiz, pero también a los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón”. Eso y mucho más, pero “causalmente” la edición de La Jornada “desapareció” de la entidad. ¿Quién será el responsable de la “misteriosa” confiscación?